Dudar del instinto de supervivencia de Josep Maria Bartomeu, a estas alturas, hubiera sido del todo contraproducente.

Fueron demasiadas las crisis que tuvo que soportar el presidente azulgrana. Las huidas masivas en una junta directiva ahora repleta de aplaudidores. Un Barçagate que todavía sigue en los juzgados. Y, sobre todo, esas decisiones tomadas respecto a ese primer equipo de fútbol que pasó de la cartulina del tridente y el triplete que le hizo ganar las elecciones al histórico bochorno al que le sometió el Bayern (8-2).

Pero Bartomeu no dimitió aquella fría noche lisboeta de viernes. Tampoco el fin de semana. Ni, por supuesto, lo hizo este lunes ante sus fieles. No hubo más que echar mano de uno de sus últimos trucos de prestidigitador y vender un avance electoral ante el inquietante silencio de Leo Messi. Eso sí, con una buena coartada ante la hinchada. Ronald Koeman, el héroe de Wembley, icono del que se espera que acabe con la vieja guardia de la caseta, es el escogido para relevar al despedido Quique Setién.

La carta magna del Barcelona indica que las elecciones en el año de fin de mandato deben celebrarse entre el 15 de marzo y el 15 de junio. Y el Barcelona anunció que los comicios se celebrarán precisamente a partir del 15 de marzo. Pero ello no significa que la junta de Bartomeu tenga que abandonar el club tras dicha votación. No lo hará hasta el 30 de junio, cuando haya podido finalizar su mandato. De haber escogido para los comicios una fecha anterior a la citada, Bartomeu hubiera tenido que presentar su dimisión y una junta gestora hubiera sido la responsable de llamar a las urnas en un plazo de tres meses.